sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 6- Teletransporte

Abrí los ojos, confusa. ¿Dónde estaba? Miré a mi al rededor. Estábamos en medio de un pueblo, en medio de una plaza. A nuestra derecha había una fuente y a nuestra izquierda una casa sencillita. Por la fuente no corría el agua, porque estaba congelada. Yo también estaba congelada, hacía mucho frío. Miré a mis amigos, ¿estábamos todos? Tay, Mel, Ted, Desc, Zádret, San y Sert. El último abría los ojos cuando yo le miré.
-¿Dónde estamos?- dijo Sert.
-Baja la voz- dije yo, nerviosa-. No lo se. Es una especie de pueblo, o un pueblo, vamos, pero tengo curiosidad por saber como hemos llegado hasta aquí.
-Esa cosa era un portal, ¿no?
-Sert, te voy a hacer una pregunta. ¿Cómo lo voy a saber yo?
-Yo lo voy a saber menos. Eres tú la de los sueños raros.
-Te recuerdo que los relacionabas con el comienzo de las clases.
-Y yo te recuerdo que estamos en un sitio raro al que nos ha traído un portal. Igual no era cosa de las clases.
-Ahora lo dice. Si llego a tener lacasitos...
-¿Me los tirarías?
-Es probable.
-¿Qué te pasa con los lacasitos?
-No te lo voy a contar. Bicho.
Antes de que Sert replicase, el resto abrió los ojos. Quedó claro que nadie tenía ni idea de donde estábamos. Pero hacía frío, mucho. Sobretodo para nosotros, que íbamos vestidos con el uniforme. Tay, Mel, San y yo maldecíamos en voz baja la falda.
-Mira que sois quejicas...- dijo Desc al oírnos.
-La falda es sexista, nos obligan a llas chicas a llevarla- dije yo sentada en la fuente-. Además te congelas con ella.
-¡Ann para presidenta!- dijeron las otras tres chicas aplaudiendo.
-¿No estamos muy a broma teniendo en cuenta lo que pasa?- pregunté yo, poniéndome seria de repente.
-Pero, ¿qué pasa? Porque yo no lo tengo muy claro, si os soy sincero- dijo Zádret.
-Nos hemos teletransportado por un portal a otro mundo. O algo así- dijo Mel.
-Vamos a investigar, o algo- dijo San.
Me subí a la fuente, dando gracias a la idea de llevar siempre pantalones cortos debajo de la falda.
-Al este hay un bosque- dije yo, bajando de la fuente.
Después de discutir un rato, decidimos ir al bosque.

sábado, 20 de octubre de 2012

Capítulo 5- El portal.

Me senté en la cama, nerviosa. El hombre de la capucha me tenía cada vez más intranquila.
Empezaron las clases y yo no tenía tiempo para nada. A Sert y a mi nos eligieron delegada y subdelegado, respectivamente. Los profesores nos adoraban a los becados, los ricos nunca trabajaban, pero nosotros teníamos que mantenernos entre los nueve primeros de la clase y aprobar siempre, si no nos quitarían la beca. No era difícil lo primero, los ricos eran tontos. Nos desdoblaban en algunas clases, y en nuestra clase éramos veinte personas. Siempre éramos ocho y doce en cada clase.
Aunque la presión por el comienzo de las clases no dejaba espacio en mi ''adorable cabecita'', como diría Tay, por la noche la presión desaparecía y las pesadillas eran cada vez más frecuentes.
Pasaron un mes de clases. La reunión de delegados era ese domingo, teníamos que decidir que hacer por esos veinte años que llevaba el instituto dando clases o, como ponía en la puerta, haciendo personas. Ese lema trajo muchas risas a nuestro grupito:
-¿Haciendo personas? ¿Y que somos antes de entrar aquí?- dijo Sert, incrédulo cuando vimos el lema en la puerta.
-¡ANIMALES!- gritamos Tay y yo chocando los cinco.
-Somos robots- dijo Ted poniendo la mano para que le chocásemos los cinco-. ¿Nadie?- dijo él, decepcionando chocándose los cinco a él mismo. Le miramos extrañados y él empezó a bailar.
Eso fue el jueves antes de la reunión, que era el domingo, mientras nos dirigíamos a la cafetería para que Sert y yo nos comprásemos un bocadillo de tortilla de patata con bacon y ketchup. Delicioso, al menos para nosotros dos, los otros seis lo odiaban. Sert y yo nos comprábamos un bocadillo para ambos porque nos salía más barato. Habíamos descubierto que, en lo que a comida se refiere, teníamos los mismos gustos. Nos sentamos todos en la mesa y partimos el bocadillo en dos. Sert, muy gentilmente, me dio el trozo más grande yo le di las gracias con un pisotón.
-No se como podéis comer eso...-dijo Tay con cara de asco.
Por toda respuesta yo dije:
-Mmm... Totilla patata- dije yo con la boca llena.
-¿Totilla patata?- dijo Tay extrañada.
Tragué.
-¡Totilla patata!- exclamé yo.
-¡Totilla patata!- repitió Sert.
-¿Me estás imitando?- dije yo chasqueando los dedos y moviendo la cabeza a los lados, poniendo voz de niña pija.
-¿Me estás imitando?- dijo Sert imitando mis gestos y mi manera de hablar. Me quedé en silencio y todos empezamos a reírnos como locos, mientras los estirados de las mesas cercanas nos miraban con desprecio. Cuando por fin paramos, nos levantamos y nos fuimos.
 Llegó el viernes y me levanté con la sensación de que iba a ser un día horroroso. No fue hasta la tarde cuando me di cuenta de porqué. Estaba dentro del instituto, con los otros siete, yendo hacia el pueblo, aprovechando que podíamos llegar tarde porque ni los viernes ni los sábados pasaban lista por la noche. De repente oímos un ruido mientras bajábamos las escaleras. Venía del sótano. Nos miramos y fuimos hacia la puerta. Estaba abierta. Entramos y cerramos la puerta tras nosotros. Apareció ante nosotros una luz cegadora, una especie de portal. Bueno, ''una especie'' de portal no, un portal. Nos miramos asustados y nos adelantamos. En ese momento el portal nos absorbió.

sábado, 6 de octubre de 2012

Capítulo 4- El hombre de la capucha

Era sábado y  tuve más pesadillas. Me levanté, desayuné  y todo eso. Fui a dar una vuelta con Sert. Nos sentamos en el jardín. Me preguntaba cuando vendrían los otros. Aún estaban desayunando cuando nos fuimos.
-Si que tardan esos, ¿eh?- dije yo, nerviosa. Seguro que era culpa de Tay. Porque le había contado que me gustaba Sert y porque ella se había propuesto conseguir que saliesemos.
-Sí... dijo él, igual de nervioso que yo. Agitó la cabeza. Se le movió el flequillo y quedaron a la vista sus dos ojos. Le miré. Me miró. Me fui acercando a él poco a poco...
-¡Ya estamos!- gritó Tay llegando con los otros. Me aparté de Sert. Los otros no se dieron cuenta de lo cerca que había estado de él. Se sentaron. Habíamos quedado para comentar que teníamos que hacer algo para diferenciarnos de los ricos del instituto. A mi se me ocurrió una idea:
-Las corbatas.
-¿Qué?-dijeron el resto, mirándome como si estuviese loca.
-Llevar corbata o pajarita es opcional, ¿no?-dije yo. Asintieron sin enterarse-Quien las lleva las lleva azules, del colegio. ¿Y si nosotros lo cambiasemos?- dije yo. Los otros comprendieron. Volvimos a nuestras habitaciones. Por el camino tropezamos con unos chicos, de tercero.
-¿Becados?- preguntaron ellos.
-Sí-dije yo, sorprendida-. ¿Como lo sabéis?
-Cuatro chicas y cuatro chicos que van juntos siempre son becados- dijo él-. Nosotros también lo somos-dijo señalando a sus amigos. Eran cuatro chicos y cuatro chicas.
-Los becados somos como los animales. Formamos manadas para protegernos- dije yo. Todos se rieron. Entramos en el edificio y subimos a las habitaciones. Tay fue a ducharse y me quedé sola en la habitación con un libro. De repente me empezó a doler la cabeza como si me diesen martillazos. Oí una voz:
-¿Dónde? ¿DÓNDE?
Vi al hombre encapuchado. Me quedé paralizada en la cama sus plateados ojos, como faros, destacaban en la sombra que la capucha le proporcionaba. El resto de la cara no se veía.
-¿Dónde está?
Se iba acercando poco a poco a mi. En ese momento Tay abrió la puerta y el hombre desapareció de la habitación. Pero me había dejado el corazón a mil por hora.
Por la tarde fuimos a la piscina. Pero a la del pueblo, no a la del instituto. La del pueblo estaba vacía. Entramos y nos sentamos. Me senté en la sombra, me quedé en bañador y saqué un libro. Los otros siete entraron. No me gustaba el agua, pero sabía nadar.
-¡Tú, Ann!-gritó Sert apareciendo empapado a mi lado. Aparté el libro- ¿Entras?
-No-dije yo.
-Entras-dijo Sert con firmeza, cogiendome del brazo, levantándome y tirándome al agua. Sert me pasó mis gafas de bucear. Me las puse y me puse a bucear. Me alejé un poco del resto. En ese momento vi pasar delante mía una sombra. El hombre encapuchado. Me mantenía abajo, agarrándome el tobillo. No podía respirar. Cuando veía que me iba a desmayar por la falta de aire apareció alguien a mi derecha. El hombre se desvaneció y Sert me empujó hacia arriba. Respiré hondo.
-¿Qué ha pasado?-preguntó Sert, jadeando. Había corrido al ver que no salía.
-No se que ha pasado, he sentido como si algo me cogiese del tobillo...
-No sería nada... Vámonos.
Salimos y nos fuimos en silencio. Necesitaba saber de una vez que pasaba. Los otros se quedaron un ratito en un bar de por ahí. Yo subí a mi habitación. Estaba cada vez más nerviosa. Las pesadillas, las voces... ¿Qué estaba pasando?

martes, 2 de octubre de 2012

Capítulo 3- Más pesadillas

Volvimos a las habitaciones. Comimos de lo que había por ahí, aún no había cafetería, pero teníamos minicocinas y pan, tomate frito, queso y jamón. Paninis. Los hice yo. Medio chamuscados. ¡Mis favoritos! Nos los comimos en mi habitación.
-¿Que es esa caja?-preguntó Sert señalando una caja de madera que tenía a los pies de la cama. La cogí. Tay saltó encima de mi y me la quitó. la abrió. Un montón de dibujos y de CD con las carátulas pintadas por mi. Le arranqué la caja de las manos y me senté encima. Ted me intentó empujar. No me moví un milímetro. Me reí. Saqué de dentro del uniforme una llave que llevaba de colgante con un corazoncito y tres muñequitas, me levanté y cerré con candado la caja.
-Jo. ¡Yo quería cotillear!- dijo Tay enfurruñándose como una niña de cinco años.
-¿Y ese collar?- dijo Sert levantándose y cogiendo mi colgante. Se me aceleró el corazón. Intenté responder lo más normal que pude teniendo en cuenta lo guapo que era.
-Me lo regalaron unas amigas antes de irme...
-A mi me regalaron un colmillo- dijo enseñando el colgante. Lo miré. Era muy bonito, pero...
-¿Porque es multicolor?
-No se.
-Yo sí- dijo Tay.
-¡Cállate Tay! Tú no sabes nada.
-¡Mamá mi hermanito me ha mandado callar! -dijo Tay abrazándome.
-¿Tengo dos hijos? ¿Qué ha pasado con mi vida?
Se rieron. Esa tarde fuimos al pueblo a por víveres y ropa normal, porque los sábados podíamos ir con ropa informal. Y a por vestidos y  trajes respectívamente porque el viernes había un baile inaugural. En la maleta llevábamos solo los uniformes y objetos personales.
-¡Qué guapo!- dije yo cuando salió Sert del probador de la tienda vestido con traje. Se puso rojo.
-Vale, ya tenemos todos todo menos Ann...
-Me quedo y llevo los víveres.
-Te ayudo. Igualmente tengo que robarte la llave, llevarla a que hagan una copia y dársela a Tay para que la vuelva a enganchar en tu collar-dijo Sert.
-Me dais miedo.
-¡Adios!-dijeron los otros.
Estuvimos un rato paseando hasta que encontré un vestido. Después fuimos hasta un pequeño supermercado y compramos comida para sobrevivir hasta que abriesen la cafetería. Al llegar subí sola a mi habitación. Esa noche tuve más pesadillas. Esta vez también se oían voces:
-¿Dónde está? ¿DÓNDE?
-¡No lo se!
Estaba encerrada en esa mazmorra otra vez, acurrucada en una esquina y mirando asustada a los ojos al hombre con capa. Me desperté en medio de la noche. No pude dormir otra vez. Me dijeron que era cosa del comienzo de las clases. Pero yo sabía que no...

El baile fue el viernes. Habían llegado todos los ricos. Llevaba un vestido azul claro y unas deportivas blancas, igual que todos los becados. Que se notase nuestra presencia. El baile fue divertidísimo. Bailé con Sert...
-¡Au!- dije yo.
-¿Qué?- preguntó Sert poniendo cara inocente.
-¡Me has pisado!
Discutimos toda la noche. Pero el sábado no fue tan divertido...

lunes, 1 de octubre de 2012

Capítulo 2-La sombra

El viaje en el autobús fue divertidísimo. En un momento, Ted vino y le dijo a Mel:
-¿Quieres salir conmigo?
-No.
-¿Quieres salir conmigo, Tanna?
-Ni loca.
-¿Quieres salir conmigo, San?
-Ni borracha
-¿Quieres salir conmigo, Ann?
-Ni harta de lacasitos.
-¿Qué?- dijeron todos.
-Una expresión.
-¡Aah! ¿Significa no?
-Significa no- confirmé.
-Oye Ann... ¿Como era tu antiguo instituto?-preguntó Sert.
-Te lo digo si te apartas el flequillo del ojo.
-¿En serio?-dijo Tay-¿Es lo que más te molesta de él? Es tonto, feo, odioso...
Sert pegó a Tay y se apartó el flequillo del ojo. Le miré a los ojos. Los tenía brillantes y bonitos. Empecé a contar:
-Mis amigas se llamaban Sind y Cedri. Querían entrar aquí, pero solo lo conseguí yo. No se que más contar...
-¿Tenías novio?-preguntó Tay poniéndome ojitos.
-No.
-¿En serio?
-Que sí.
Y así fue el resto del viaje en el autobús. Ya se que suena cursi, pero Sert me iba pareciendo más guapo a cada segundo que pasaba.
Llegamos al instituto. Estaba rodeado por una verja. Nos abrieron. El director nos esperaba.
-Veamos... Sandrelín Brop
-Aquí.
-Melnia Cred
-Presente
Y así dijo a Rédsted Elmunz, Desc Indblob, Zádret Ólfrum, Tanna Troms, a mi, Annind Worseth y a Sertum Záplom.
-Bien, estáis todos. La señorita Grunded os llevará a vuestras habitaciones. Es la enfermera.
Nos llevó. En ese instituto a los becados no les tenían respeto ninguno. Debíamos tener cuidado. Si nos metíamos con los ricos lo pasaríamos mal.
Compartía habitación con Tay. Ordenamos la ropa y fuimos a por el resto de gente. Mel y San estaban al lado. Salimos a dar una vuelta por los jardines todos juntos. Entramos. En ese momento pasó algo raro...
Vimos pasar una sombra oscura ante nuestros ojos. Sin pensarlo, sin hablar corrimos tras ella. Se metió por una puerta.
-¿Que es esto?
-Debe ser el sótano.
-¿Y que era esa cosa?
-No se. Volvamos a las habitaciones-dijo Tay.
Estaban todos muy nerviosos. Pero yo mucho más. Esa era la sombra de mis sueños.

Capítulo 1- El instituto Paradise

La alarma de mi móvil sonó. Eran las seis. Me levanté y fui al baño a ducharme. Me duché y volví a mi habitación. Hoy era mi primer día en el instituto nuevo. En el internado nuevo. Había entrado por beca. Bueno, me llamo Annind Worseth y empezaba segundo de la ESO en el instituto Paradise, un instituto para ricos. Tenía que ir una semana antes que otros alumnos. Había otros siete becados más. No conocía a ninguno. Mis amigas del instituto, Sind y Cedri también habían hecho el examen de entrada, pero me dieron la beca solo a mi y ellas no podían permitírselo.
 Me planché mi negro pelo y me vestí. Falda, chaqueta y zapatos azul marino y camisa y calcetines blancos. Las siete menos cuarto. Me aseguré de tener la maleta bien hecha y fui a la cocina a desayunar. Mi madre estaba allí, haciendo los bocadillos que llevaría en el autobús. El viaje era de cinco horas. Di los buenos días a mi madre y me preparé la taza de leche. Desayuné. A las ocho y media estaba mirando por la ventana y vi como llegaba el mini autobús del instituto. Antes de que llamaran yo ya estaba abajo. Entré. Había siete personas más, yo era la última. El autobús era de quince plazas. Detrás estaban los típicos cinco asientos juntos. Estaban todos desocupados. Me senté en el de en medio. Aburrida, saqué el móvil. Tenía internet. Me pusé en youtube y pusé un video te Taylor Swift, Love Story con cascos. Sujetaba el móvil con la mano derecha, la otra la tenía a mi lado. Movía un poco la cabeza de un lado a otro.  Tenía a una chica pelirroja con los ojos verdes en el asiento de delante a la derecha. Se giró y miró mi móvil.
-¿ESTÁS ESCUCHANDO TAYLOR SWIFT?- gritó con ilusión.
-¿Sí?-dije yo, entre asustada y divertida, quitándome los cascos y parando el vídeo.
-¡Acabas de convertirte en mi mejor amiga de toda la vida!
-¡Vale! ¡Me llamo Annind!
-¿Annid?
-Llámame Ann- dije con un suspiro. Estaba acostumbrada a que la gente no supiese pronunciar mi nombre.
-Vale. Yo soy Tanna. Llámame Tay. Y el pringado que está a mi lado se llama Sert.

A su lado estaba sentado un chico, rubio, de ojos marrones, el flequillo le tapaba un ojo. Miraba a su amiga con odio.
-Me llamo Sertum pero sí, llámame Sert- dijo extendiendo la mano. Se la estreché y les miré con curiosidad.
-¿Desde cuando os conocéis?
-Somos compañeros desde primaria. Siempre quisimos venir aquí, pero como hasta segundo no dan becas...-dijo Tay.
-Os entiendo... Al menos no estáis solos. Yo no conozco a nadie de aquí.
-Me conoces a mi- dijo Tay sonriendo con muchos dientes-. Y a este- dijo señalando con el pulgar a Sert-al entrar ha dicho que eres muy guapa-me dijo en un tono confidencial totalmente audible.
-¡Yo no he dicho eso!-dijo poniendose rojo. Me reí. Esos dos eran muy graciosos. 
-¡EH! ¿De que habláis?- dijo una chica que estaba delante de ellos dos.
-De que a Sert le gusta Ann.
-Di que no, que a mi me ha dicho lo mismo. Me llamo Melnia. Llámame Mel.
-Somos los becados de los diminutivos-dije yo.
-Pues no te lo pierdas-dijo Mel- esa chica de pelo rubio y ojos verdes es Sandrelín y le llamamos San, ese chico pelirrojo es Rédsted y le llamamos Ted(si quieres enfadarle llámale Red) y los otros dos son Desc el de pelo y ojos marrones y Zádret el de pelo entre marrón y rubio. Esos son sosos y no tienen diminutivo.
-Odio llegar la última. ¡No me entero!-dije yo cruzando los brazos.
Estuvimos un rato hablando y al final volvieron a sus sitios. Nos dormimos todos. Pero soñé algo raro. Estaba en una especie de mazmorra y un hombre de capa negra me miraba fíjamente. Me desperté. El autobús estaba a oscuras, todos habíamos corrido las cortinas. Estaba nerviosa. El resto estaban dormidos. Eran las nueve y media. Iba a ser un largo viaje...